“Papá ha ido envejeciendo. Ya todos tenemos nuestras vidas, trabajos, hijos... y como yo soy la que vive más cerca, mis hermanos asumieron que me toca encargarme de todo. Lo hago con amor, claro, pero también con mucho cansancio. No puedo sola. No es justo, y siento que si lo sigo haciendo así, me voy a quebrar. He estado pensando que lo mejor sería buscar un cuidador externo.”
Este tipo de confesión, entre amigos o en una charla honesta con uno mismo, es más común de lo que parece. Cuidar a un ser querido mayor es un acto de amor inmenso, pero también puede convertirse, sin darnos cuenta, en una carga silenciosa que afecta la salud, el tiempo y las relaciones de quien cuida.
El problema es que pedir ayuda no siempre es fácil. Hablar con la familia sobre la necesidad de contar con un cuidador puede sentirse como una traición, o como admitir algo que no queremos aceptar: que solos, no alcanzamos.
En este blog, te compartimos una guía paso a paso para tener esa conversación difícil. Porque cuidar también es saber cuándo pedir apoyo.
En Kipers entendemos que pedir ayuda no es fácil. Por eso, hemos preparado esta guía para ayudarte a tener esa conversación difícil con empatía, claridad y sin culpa.
Hablar con la familia sobre la posibilidad de contratar un cuidador puede ser mucho más difícil de lo que parece.
Quienes están a cargo del cuidado de un adulto mayor suelen atravesar una mezcla de emociones que hacen pesada la conversación: la culpa de sentir que deberían poder con todo por sí mismos, el miedo a que sus seres queridos piensen que están tratando de “deshacerse” de la persona a la que cuidan, las creencias familiares que repiten que en esta casa siempre nos hemos hecho cargo sin ayuda, y la falta de información que genera dudas como: ¿es seguro?, ¿es muy caro?, ¿cómo funciona esto realmente?
Todo eso se acumula y paraliza, aunque en el fondo sepamos que pedir apoyo no es rendirse, sino cuidar mejor.
Estas barreras emocionales y culturales pueden hacer que la conversación sobre la necesidad de apoyo se postergue hasta que la situación se vuelve insostenible.
Haz este pequeño test:
Si respondiste “sí” a 3 o más preguntas, esta conversación no solo es válida, es necesaria.
Contar con un cuidador a domicilio no solo alivia la carga práctica, también transforma la experiencia de cuidar. Tendrás la tranquilidad de saber que tu ser querido recibe atención personalizada y constante, de manos de alguien capacitado.
Eso se traduce en menos desgaste físico y emocional para ti, y en un ambiente más relajado para toda la familia. Además, con el seguimiento profesional, los reportes diarios y el acompañamiento cercano, todo el proceso se vuelve más claro, más seguro. Y quizás lo más valioso de todo: podrás volver a compartir tiempo con tu familiar desde otro lugar, no solo como cuidador, sino como hijo, hija, nieto o nieta. Con más presencia, y menos agotamiento.
Sabemos lo difícil que es dar este paso, por eso te lo hacemos fácil:
Las entrevistas con cuidadores son gratuitas, los precios son accesibles y nuestro equipo te acompaña antes, durante y después del proceso.
👉 Completa el formulario aquí y habla con uno de nuestros experto
s hoy mismo.
Te guiaremos paso a paso para encontrar el cuidador ideal.